Tres mosqueteros sin D’Artagnan

Un relato especial para conmemorar el Día del Libro

¿Podrás encontrar los 37 huevos de pascua literarios?

Como todos los sábados por la mañana, se reunían en busca del tiempo perdido en cualquier cantina de aquella ciudad sin nombre. Compartían risas, jugaban a hacer filosofía de taberna e intentaban arreglar el mundo sin orgullo ni prejuicio, bebiendo ríos y mares de cerveza y esperando a que las cosas mejorasen por sí solas.

Alan, Neil y Brandon, tres mosqueteros sin D’Artagnan, discutían acaloradamente sobre las desventuras del buen amor, suspirando por Justine, Emma y todas esas mujercitas que se habían cruzado en sus vida haciéndoles morir de dicha o pelear contra molinos con la misma facilidad.

– A mí las mujeres me producen asfixia, te lo digo en serio – dijo Alan, el más mordaz de los tres – No hay manera de entenderlas, pero es imposible vivir sin ellas ¡Son unas malditas flores del mal!

Neil y Brandon se miraron divertidos, pues sabían que, pese a parecer uno de esos hombres que no amaban a las mujeres, Alan, en el fondo, era todo un don juan. O más bien un Romeo sin Julieta, ya que el motivo de tan lapidarias palabras era que hacía poco había roto con su novia Alicia y eso le había dejado hecho un ocho.

– Vamos Alan, no te pongas así. Sé que estás pasando por un mal momento, pero no puedes generalizar de esa manera. Además, debes reconocerme que siempre te pasa lo mismo. Acabas enamorándote perdidamente de las menos indicadas y al final sucede lo inevitable. Neil dice que contigo podría escribirse un ensayo sobre la ceguera.

[pullquote]Jugaban a hacer filosofía de taberna e intentaban arreglar el mundo sin orgullo ni prejuicio, bebiendo ríos y mares de cerveza y esperando a que las cosas mejorasen por sí solas.[/pullquote]

– Claro, como Neil no tiene quién le escriba, se cree capaz de dar consejos sobre el amor desde la barrera. Se considera muy racional en estos temas, pero luego seguro que es el primero que se arrastra gritando ¡Nunca me abandones! entre sollozos. Ahí me gustaría verle, aunque con el tiempo que hace que no disfruta de una buena sonrisa vertical, ¡Normal que parezca siempre un maldito americano impasible!

– ¡Oye, que estoy aquí! – Espetó Neil, un poco molesto – Además, claro que he tenido mis escarceos románticos, pero me cuido muy mucho de no cegarme por el amor y acabar como tú, que por perseguir un delta de venus, siempre terminas coronando las montañas de la locura.

– Pues deberías salir de vez en cuando conmigo – dijo Alan, ya menos molesto – conozco algunas chicas que te transportarían al trópico de capricornio…

– No te ofendas Al, pero sinceramente, prefiero pasar cien años de soledad a dejar que tú seas mi celestina, ¿O es que no recuerdas a la pianista?

– ¿Qué problema hubo con Erika?, a mí me parecía bastante maja – dijo Alan sin mucha convicción.

– Estuve tres días sin poder sentarme, Alan ¡y quería que hiciese un trío con su madre!

– Pues a lo mejor si hubieses aceptado guardarías un mejor recuerdo, digo yo.

– ¿Y tú qué? – preguntó Neil en un burdo intento de cambiar de tema, mientras ambos miraban a Brandon al tiempo – ¿Ninguna dama que te haya robado el corazón?

– Ah, no, a mi dejadme tranquilo. Una de las ventajas de ser un marginado es que no te enfrentas a esas tribulaciones, y ya no albergo grandes esperanzas en encontrar al amor de mi vida. Las mujeres son mi particular Leviathan y nunca llegaré a comprenderlas. Os prometo que jamás pienso enamorarme.

En ese momento, Alan y Neil estallaron en sonoras carcajadas, posiblemente, por saber que Brad no había dejado de mirar a una preciosa Dama de Azul que estaba sentada en la barra y que, a su vez, no le había quitado ojo a través del espejo situado detrás del camarero y exclamaron al unísono, levantando las jarras

– ¡Lo recordaremos por usted perfectamente!

Un relato de Fernando D. Umpiérrez

Banda Sonora Opcional: Wrapped Up in Books – Belle and Sebastian

Si has encontrado alguno (o todos) los huevos de pascua, anímate a ponerlos en los comentarios. Recuerda que pueden ser tanto nombres de novelas, cómics, autores, referencias o guiños.
¡Feliz búsqueda del tesoro!

ACTUALIZACIÓN (25/04/2016) – Pincha para ver solución

  1. En busca del tiempo perdido – Marcel Proust
  2. La ciudad sin nombre – H.P. Lovecraft
  3. Orgullo y Prejuicio – Jane Austen
  4. Cerveza – Charles Bukowski (Alusión en ríos y mares de cerveza)
  5. Alan – Alusión a Alan Moore, escritor de novelas gráficas como V de Vendetta o Watchmen
  6. Neil – Alusión a Neil Gaiman, escritor de novelas y novelas gráficas como la serie The Sandman
  7. Brandon – Alusión a Brandon Sanderson, escritor de novelas como la fantástica trilogía Nacidos de la Bruma
  8. Los tres mosqueteros – Alexandre Dumas
  9. El libro del buen amor – Arcipreste de Hita (Alusión en el buen amor)
  10. Justine – Marqués de Sade
  11. Emma – Jane Austen
  12. Mujercitas – Louisa May Alcott
  13. Don Quijote – Miguel de Cervantes (Alusión en pelear contra molinos)
  14. Asfixia – Chuck Palahniuk
  15. Las Flores del Mal – Charles Baudelaire
  16. Los hombres que no amaban a las mujeres – ‎Stieg Larsson
  17. Don Juan Tenorio – José Zorrilla
  18. Romeo y Julieta – William Shakespeare
  19. Alicia en el país de las maravillas – Lewis Carroll (Alusión en su novia Alicia)
  20. El Ocho – Katherine Neville
  21. Ensayo sobre la ceguera – José Saramago
  22. El Coronel no tiene quien le escriba – Gabriel García Márquez (Alusión en claro, como Neil no tiene quien le escriba)
  23. Nunca me abandones – Kazuo Ishiguro
  24. La sonrisa vertical (colección) – Luis García Berlanga
  25. El americano impasible – Graham Greene
  26. Delta de Venus – Anaïs Nin
  27. En las montañas de la locura – H.P. Lovecraft
  28. Trópico de capricornio – Henry Miller
  29. Cien años de soledad – Gabriel García Márquez
  30. La Celestina – Fernando de Rojas
  31. La Pianista (+ Erika, trío con su Madre) – Elfriede Jelinek
  32. Ventajas de ser un marginado – Stephen Chbosky
  33. Grandes Esperanzas – Charles Dickens
  34. Leviathan – Paul Auster
  35. La dama de azul – Javier Sierra
  36. A través del espejo – Lewis Carrol
  37. Lo recordaremos por usted perfectamente (Podemos recordarlo todo por usted) – Philip K. Dick

Publicado por Fernando D. Umpiérrez

Guionista, escritor, superviviente y tan biólogo como médico el Gran Wyoming. Un soñador empedernido encerrado en el cuerpo de un pragmático redomado. Observador impasible de realidades alternativas. Ahora sobrevivo como guionista de fortuna. Si buscas alguna historia y no la encuentras, quizás puedas contratarme...